miércoles, 13 de febrero de 2013

Capítulo 9.


-Le estoy conociendo. – Solté por mi boca. Me sentía mala. En realidad Marcos solo era un escudo para que la idea de ‘Niall’ se me quitase de la cabeza, no obstante, necesitaba decir aquello para ver la reacción de él.

-¡¿Enserio?! – Mi hermana abrió de par en par su boca. Yo la miré y la sonreí vagamente. –Espero que lo aproveches, tiene pinta de ser igual de simpático que el hermano, y su madre por lo que cuenta mamá es muy maja.

Cierto, no me acordaba que la madre de Marcos y mi madre eran íntimas.

-Bueno, nosotros nos vamos para adentro, prepararemos la comida. – Dijo mi hermana.

Me retiré hacia la derecha y dejé paso a la pareja feliz. Algo me ardía dentro. La sangre me parecía quemar las venas. “Esa mano, esa mano tan blanquecina debería estar agarrada a la tuya” Mi subconsciente de nuevo estaba haciendo que mis paranoias luciesen.

-¡Calla! – Exclamé.
-¿Decías? – Mi hermana me debió escuchar.
-Nada, nada. Me acabo de dar y… - miré para todos los lados.- es igual. – Sonreí.

Está bien. Cálmate. Bueno, mejor, aclárate. Esto era lo más ridículo del mundo. ¿A caso no tenía unas amigas geniales que podrían escucharme que prefería estar hablando con mi absurdo subconsciente?

Ese chico estaba creando una nueva bomba explosiva en mí. Ese chico estaba haciendo que me sintiese atraída por un chico como jamás antes lo había hecho. He de reconocerlo, ese rubito de ojos azules me estaba haciendo sacar mi lado más… ¿Más qué?

Necesitaba pensar, necesitaba pensar y callar aquellos pensamientos que daba a entender a Liam, y que me daba a entender, muy a mi pesar, a mí misma. Ahora mismo solo estaba segura de una cosa: necesitaba ir al baño.

Agité mi cabeza y decidí a cerrar la puerta de mi casa, estaba entrando demasiado calor. Arrastré los pies por el suelo hasta llegar al pie de las escaleras, pero antes de comenzar a subir, debía de ir al baño. Cambié mi rumbo y comencé a andar hasta la puerta del baño. Giré el pomo y entré.

-¡Adiós! – Sólo pude exclamar eso.

Mierda, joder. ¡Es que era la persona más jodidamente gafe del planeta!. ¿Por qué? ¿Eh? ¿Por qué a mí? Karma, vete a joder a otras, a mí ya me has hecho demasiadas putadas.

Sí, increíble pero cierto. Acababa de reaccionar y comencé a bajar la mirada hasta el suelo. Después me escondí detrás de la puerta cerrándola.

Ese baño estaba ocupado, sí. Ese baño estaba siendo usado por Niall. La cara se le quedó más blanca de lo que ya lo era, y sus ojos se convirtieron en platos. Mi cara debió de ser totalmente un cuadro, y mi reacción era de risa.

Ese chico estaba posado en frente de la taza del váter agarr… “¡Cállate!” exclamó mi subconsciente. “¿No hay más baños acaso? ¿No pudiste subir al de arriba? No, te tuviste que quedar en el de abajo como nunca haces. De nuevo quedaste como una idiota delante de Niall, y de nuevo pensará…” Interrumpí a mi querida amiga que habitaba en mi cabeza. La amiga que se estaba haciendo íntima, ya que ella misma me decía las realidades que yo quería ocultar.

El pomo de la puerta se giraba a la vez que la cisterna sonaba. Yo aún seguía en estado de shock apoyada en la pared. Respirando aceleradamente intentando pensar lo que le diría y como me disculparía de haber entrado como… Bueno, en verdad es que estaba en mi casa.

-Niall… yo… lo siento… no sabía que tú… bueno… ya sabes… - Las palabras no me salían. Él me miraba, como ya era habitual, con ganas de asesinarme.

Pero esta vez fue diferente. Niall… ¡estaba sonriendo! Increíble, lo era. Esa perfecta sonrisa y sus perfectos dientes blancos como perlas asomaban en su gesto.

-¿Vienes? – Anne gritó a Niall desde la cocina.

Su gesto desapareció y su sonrisa con él.

-Ten más cuidado la próxima vez, anda. – De nuevo su voz borde se apoderó de la situación, y borró a la vez mi sonrisa.

Subí a mi cuarto y mi senté a mirar el libro de matemáticas. Hoy no habíamos estudiado nada con toda la tontería. Esto era misión imposible. “Céntrate en las matemáticas” Me decía mi subconsciente,  pero él más que nadie sabía que eso era imposible. Pero más imposible era llevar el carácter de este chico.  Lo más difícil y complicado de entender es que, a pesar de su bipolaridad, a pesar de su dulzura instantánea, a pesar de su actitud pasota… a pesar de todo eso, me encantaba.  Me encantaba y no podía evitar pensarlo. A penas hacía una semana que le conocía y ya había despertado dentro de mí algo salvaje y alborotador. Algo que jamás había sentido. Algo que solo salía cuando estaba él a mi lado o cerca de mí. “Vamos _____, claro que te gusta. Te gusta, no lo podemos negar, pero, ¿estás loca? Es el novio de tu hermana. Tu cuñado. Tienes a muchísimos chicos ahí fuera, el mundo es enorme, y ¿enserio te fuiste a fijar en el chico imposible? Claro, te gusta lo difícil. Ahora, hazme caso y toma mi consejo: Deja las cosas estar. Todo se verá con el tiempo.” ¿Quién era esa persona que parecía haberse apoderado de mi mente? ¿Quién era esa voz que se escondía detrás de esa amiga que era yo misma?

Después de pensar y pensar intentando ‘estudiar’ matemáticas, decidí darlo por imposible y dejarlo a parte. 

Era la hora de comer y debía de bajar. Debía, pero no quería. Estaría viendo como mi hermana y su novio estaban acarameladitos y empalagosos.

-Siéntate ahí. – Me ordenó Liam – Creo que donde te vas a sentar está mamá… 

¡Genial! Encima me toca sentarme en frente de él.

-¿Y mi zumo? – Miré por toda la mesa y no encontré la botella que contenía mi zumo de naranja. Adoraba comer con zumo de naranja.
-Estará en la cocina. – Contestó mi padre.
-Iré a por él.

Arrastré la silla y bajo la mirada de los únicos tres hombres que estaban en mi casa, abandoné el salón y me encaminé a la cocina.

-Sabes que no me gusta que ese chico venga a comer. No me gusta para ti.
-Hicimos un trato mamá. Él está cumpliendo con su responsabilidad. No le juzgues tan pronto, dale una oportunidad.

Parecía que Anne y mi madre estaban hablando sobre la idea de que Niall se quedase a comer. Yo escuchaba detrás de la puerta.

-Jovencita, comprendo que ya tengas una edad, pero creo que es inadecuado que ese chico esté comiendo en nuestra mesa.
-¿Inadecuado por qué mamá? Si lo llego a saber ni te lo presento. Siempre andas poniendo pegas. Pues te voy a demostrar que es un buen chico. Ese chico hará aprobar a tu hija, y te demostrará que sirve, que vale y que no es como tú le pintas.
-Cálmate. –Le exigía mi madre.
-¿Qué me calme? Mamá, es el chico que quiero. Os lo presenté porque quiero que sepáis con quien soy feliz, quiero que sepáis quien es el chico que me saca sonrisas y me hace ser como yo soy. Acéptale. Acepta de una vez que ya ninguno somos unos críos. Tengo 20 años y creo que soy mayor para hacer lo que yo quiera y desee.  Le aceptes o no le aceptes, yo seguiré siendo feliz con él.

Anne empujó la puerta que estaba al lado mío. No se percató de mi presencia y limpiándose los ojos, continuó andando hacia el salón.  En ese segundo pensé en lo que realmente quería mi hermana a Niall, el chico más conocido como mi capricho.

Entré y miré de reojo a mi madre que apoyaba sus codos en la encimera de la cocina. Abrí el frigorífico y cogí mi zumo de naranja. Después, la miré de nuevo y quise decirla algo, pero ella se me adelantó.

-Vete al salón, déjame sola.

Solté el aire que había cogido para hablar y agarré más fuerte la botella de zumo. Abandoné la cocina y llegué al salón, donde tomé asiento mientras Liam servía trozos de carne que olía deliciosamente a cada plato. Anne estaba disgustada mientras Niall le miraba consolador. Mi estómago estaba hecho un nudo, que a cada mirada que ellos compartían, se iba apretando más.

-¿______? – Liam me llamaba.
-¿Eh?
-Que si quieres más.
-No, así está bien.

“Aterriza” ¡Maldito subconsciente!

Todos comíamos esa magnífica carne. Todos menos mi madre, que continuaba en la cocina.

-Deliciosa. – Añadió mi padre.
-Gracias. – Dijo vagamente mi hermana.
-No te preocupes por tu madre, sabes que nunca ha sabido llevar bien eso de que sus hijos tengan relaciones. – Mi padre intentó tranquilizar también a Anne.
-Déjalo papá, estoy bien. Me voy a mi cuarto, no tengo hambre.
Anne se levantó de la mesa y salió del salón. Niall cogió la servilleta y limpió su rostro. Después, fue detrás de ella.

Nosotros no tardamos mucho en terminar de comer. Liam se encargaba de quitar la mesa, así que, cogí mi Ipod y me dirigí al columpio enorme que decoraba el jardín, donde me echaba mis siestas más relajantes.

Reproducción aleatoria. Canciones de amor, desamor. Eso era mi Ipod. Mi cabeza estaba apoyada en la parte del columpio que miraba a la casa. De repente, la puerta se abrió. Era Niall. No parecía estar de buen humor y salía solo. Cerró de un leve portazo la puerta y atravesó el patio. Me incorporé y me quité los auriculares intentando encajar la situación. Achiné los ojos y vi como intentaba abrir la puerta, pero era imposible porque estaba echada la llave. Siempre lo hacíamos antes de comer.

Ahí estaba mi decisión: ¿Me acercaba a él y me preocupaba por lo que le podía pasar? O, ¿pasaba, le ignoraba y dejaba que mi hermana le abriese la puerta? Sinceramente, no lo pensé mucho y elegí la opción a.

-¿Estás bien? – Llegué a su lado.
-¿De dónde has salido?
-Estaba sentada en el columpio. – Lo señalé. Él lo miró y volvió la mirada a la puerta.
-Sí, estoy bien.
-Bueno, si es así…
-¿Me puedes abrir la puerta?

¿De nuevo con sus gilipolleces? ¿Enserio era ese tío el que me llamaba cría? Su actitud sí que era el de un crío. Era un puto bipolar.

-No. – Le contesté. “Pero, ¿qué haces?”
-Entonces, ¿cómo coño pretendes que me vaya de aquí?
-Pregúntaselo a mi hermana, es ella la que te ha traído aquí.

No me creía que fuese yo la que le estaba contestando así. Claramente, alguien se estaba apoderando de mí.

-Necesito irme de aquí. Ábreme la puerta.

Ignoré su petición y coloqué de nuevo mis auriculares en mis oídos. Me giré y continué mi camino hacia el columpio de nuevo.

Pero, sin embargo, algo me frenó. Algo acababa de hacer contacto con mi piel. Alguien me agarraba del brazo.